Acaban de transcurrir
10 días desde que crucé la línea de meta de mi último objetivo, de mi último
reto, el Maratón de Valencia. Un maratón nunca es fácil prepararlo ni
disputarlo, aunque eso también depende de cómo lo afrontes y con qué miras.
Tampoco es sencilla la recuperación, pues depende de muchos factores que se
suelen escapar a nuestra voluntad, a nuestra capacidad de estar por encima de
nuestro cuerpo, de nuestra fisiología. El desgaste que supone un maratón a
nivel articular, muscular, fisiológico es tan grande que hay atletas a los que
les lleva meses poder recuperarse al 100% hasta poder volver a afrontar
entrenos serios, competiciones en plenitud de facultades. En mi caso, los
dolores post maratón ya han pasado, puedo volver a bajar las escaleras con
normalidad y mi cuerpo ya se parece más al que era antes de Valencia que al de
los días inmediatamente posteriores. Los entrenamientos han sido suaves, la
recuperación ha sido activa para intentar que la vuelta a la normalidad sea lo
más llevadera posible y así poder afrontar los nuevos retos que se presentan en
el camino.
No se si es por el
hecho de no haber conseguido mi objetivo cronométrico en Valencia o por las
malas sensaciones en carrera, pero me encuentro muy motivada y con muchas ganas
de demostrar que el trabajo hecho es correcto y de que el trabajo duro siempre
ofrece sus recompensas. El próximo domingo seré de la partida en el Cross de
Burlada, adonde tengo muchas ganas de ir porque es correr en Navarra, competir
en casa, algo que supone una motivación doble, además de por poder comprobar
cómo ha respondido mi organismo tras dos semanas de entrenamientos muy ligeros.
Tras pasar unos meses preparando un maratón, para mí será toda una incógnita
afrontar una prueba de campo a través, en la que la superficie difiere mucho
del asfalto, las sensaciones son distintas, y en la que la distancia, de “tan
sólo” 6 kilómetros obliga a correr a unos ritmos y de forma diferente a la del
maratón. Me encuentro con ganas de
volver a ponerme un dorsal, de lucir la equipación de New Balance y defender
los nuevos colores de una firma que tanto viene confiando en el atletismo en
general y en mí en particular. Espero que durante la temporada de campo a
través podamos estar en nuestro sitio y dar muchas alegrías al equipo y a todos
aquéllos que día a día, semana tras semana, nos apoyáis tanto en los
entrenamientos como en las competiciones.
Tiempo hay para volver
a desafiar al asfalto, al maratón. Aunque ya tenemos en mente en qué prueba
podría ser, preferimos ser cautelosos y dejar que el tiempo transcurra. Todo
tiene su momento. Abel confía en mí, yo confío en Abel. Él piensa que debo
seguir luchando en esta prueba, que es dura, difícil, cruel a veces, pero que
igual que te puede quitar mucho, también te lo puede dar todo y, aunque los
objetivos no siempre se consigan, sí que ayuda mucho a conocerse a uno mismo, a
saber que dentro de cada uno de nosotros hay un campeón, una campeona,
dispuesto a entrenar hasta la extenuación por doblegar a una distancia tan
fabulosa, tan mágica, tan cautivadora. Pienso que ahí está mi futuro y por él
voy a luchar. Espero poder contar con vosotros, como hasta ahora.